jueves, 12 de enero de 2012

Vigesimocuarto Día!


Día 24

Al día siguiente nos levantamos a las 8 am para ir al Vaticano. El tren, en el que la mitad de los rufianes viajó sin pagar nos dejó como a ocho cuadras, y en el camino nos asediaban los RP´s de las diferentes empresas de guías turísticos. Como ninguno bajaba de 30 euros por persona, nos reímos en sus caras, Farah, como siempre se quedó negociando con todos los guías a ver si conseguía algún tipo de rebaja, pero esta vez no consiguió nada.

Hicimos la cola como los decentes católicos que somos, y al final pagamos un tour por la basílica de san Pedro, donde nos explicaron el significado de las diferentes estatuas, y nos llevaron a ver “La piedad”, una de las obras más famosas de Miguel Ángel. Salimos corriendo para hacer la cola del museo del vaticano, escalafón obligatorio para poder ver la famosísima capilla Sixtina.

Cuando, después de aproximadamente una hora de recorrido de museo, logramos entrar a la capilla Sixtina, nos impresionó la cantidad de gente amontonada ahí dentro, y los gritos de los guardias que resonaban pidiendo silencio o diciendo “no photo”; petición que por supuesto, nadie cumplía. No ibas a viajar hasta el país de la bota, para no tomarle aunque sea una foto a la pintura más famosa del mundo.

Nos despedimos de Laura, que ya se iba al aeropuerto a tomar su vuelo a Barcelona, y salimos del Vaticano con una sola cosa en mente… Fiesta. De regreso al hostal, haciendo uso de las pocas energías sobrantes, brinqué a una pobre vagabunda que dormía plácidamente en el suelo. Todo sea por el bien de la “eurotrip, la película”

A la hora de la comida, paramos en un restaurante maravilloso que nos dio de comer, por tan solo nueve euros, una pasta DELICIOSA de tres quesos, un pinche block de lasagna deliciosa, chesco rellenable, y pro si fuera poco, Gelato de postre. Una ganga total.

Llegamos al hostal con tiempo, nos pusimos guapos y nos fuimos al pub crawl, Jeff nos llevó a un bar donde después de pelear un rato, conseguí un descuento de 5 euros por No ingerir bebidas alcoholicas, pero como me los dieron de mala gana, decidí tomarme uno o dos vasos para desquitar mi encabronamiento. Comenzaron los juegos de borrachos y los rufianes bebían como degenerados, pues era el único momento de barra libre, así que se estableció una táctica de guerra que consistía en que Góngora se apoderara de la barra, mientras los demás le iban pasando sus tickets para que el consiguiera las bebidas de todos.

Debo de confesar que el pinche Góngora me achocó los vasos suficientes como para que yo empezara a sentir los efectos del alcohol. Cosa, desconocida para su humilde narrador.

Gongora Derramó alcohol sobre la barra… pero para que no lo vea el barman, tuvo la perica de limpiarlo en cuestión de segundos con su antebrazo.

Salimos de ese bar, algunos pedos, y otros como yo, he de aceptarlo, medio timbrados. Nos condujeron en camión a otro bar el cual estaba vacío, y en el que Johan, gracias a los efectos del alcohol, prometió invitarnos a su boda, cuando sea que se case. Poco rato después fuimos al antro, que estaba justamente arriba de ese bar, y fue el Lugar del cagadero.

Nos separamos, Góngora desapareció por largo tiempo, para reaparecer comiendo kebaps en un carrito afuera del antro, y Mike se pegó como rémora a una francesa, y Farah aparecía por momentos, tarareando una canción que más tarde se conocería como “dedito vengador”.

Salimos del pub crawl, ellos hasta la cachiporra de pedos y estuvimos pendejeando afuera como una hora, en lo que nos daban nuestras camisas, conseguíamos el autógrafo de Rad, y tigre y Mike intentaban ver si conseguían cena para pancho.

Hasta que llegó un punto de me harté y como suelo hacerlo en Mérida, le dije a los rufianes que los veía en el hostal y me encamine directito a la chingada. Farah y Góngora vinieron conmigo. Los dos estaban ultra pedos, así que conseguir el camión nocturno que nos llevaría hasta termini, fue toda una aventura, pues nos perdimos en unos callejones obscuros hasta que le pregunte a un indigente, aplicando el famoso modo de comunicación Español-Italiano por donde pasaba el bus 52. Después de que encontramos la parada, nos subimos y Farah no paró de platicar con un grupo de mexicanas que estaban saliendo del mismo pub crawl y que ni habíamos hablado con ellas. Llegamos al hostal como a las 4 30 de la mañana, y caímos rendidos.