domingo, 30 de octubre de 2011

Día Décimoseptimo (inglaterra 2.0)




Dia 17

Nuestro vuelo Praga-Inglaterra partió a las 9 am, pero con el cambio de horario llegamos a Londres a eso de las 10 30 am.

Emocionados, y con conocimientos previos del metro londinense, no tardamos mucho en llegar a Trafalgar Square, donde se llevaría a cabo la premier mundial de la última película de la saga de Harry Potter.

Llegamos al lugar del evento y nuestra desesperación fue grande cuando nos enteramos de que para poder entrar necesitábamos unas pulseras que habían regalado el día anterior. “equis, ahorita compramos unas” pensamos ilusos. Sorpresa la nuestra cuando nos fuimos dando cuenta de que conseguir una pulsera, era más difícil que tener sexo con una mujer esquimal, en el desierto del Sahara.

Nuestra ansiedad iba en aumento, los tres sufríamos en silencio, y nadie se atrevía a externar la desesperación que significaba el hecho de haber volado hasta Londres para NADA.

Como no teníamos mas remedio, le dimos aproximadamente 5 vueltas a la plaza, tratando de buscar algún lugar donde pudiéramos ver a los artistas, aunque sea de lejos. Los policías ingleses estaban por todas partes y ni siquiera te dejaban parar y tratar de escudriñar por las bardas, no tardaron de 4 segundos en solicitar que me baje del árbol el cual estaba escalando con toda la intención de instalarme.

Nunca voy a olvidar la frase de “keep moving please” que repetían los policías incesantemente por todo el perímetro de Trafalgar Square. Cuando la depresión se iba apoderando de nosotros, Mike tuvo la buena fortuna de conocer a una hippie apestosa desesperada por dinero, que nos vendió una pulsera que le sobraba, a 30 libras.

Ahora, el problema era el siguiente. Éramos tres personas y solo teníamos una pulsera. Nuestras mentes empezaron a trabajar en conjunto, planeamos pasarnos la pulsera a través de la barda, entrar un rato cada quien, y varias opciones. Hasta que se me ocurrió el siguiente plan. Dado que si tenias la pulsera podías entrar y salir, urdí un plan en el que jp se pusiera la pulsera bastante amplía (aunque tengo que mencionar que exageró, ya que la puso en el ultimo agujero dejándola descaradamente ancha) entrara y consiguiera que alguien nos hiciera el favor de sacar la pulsera, y entregársela al cabrón ridículamente vestido como músico callejero con un paliacate en la cabeza (esa era yo). Y así se hizo. Entré yo, y conseguí que un mexicano, con una novia sumamente fea, nos hiciera el favor de llevarle la pulsera a Mike. Dado que Mike es una persona pequeña, el guardia no pudo dejar de notar que la pulsera le quedaba sumamente grande; lo cagoteó diciéndole que ya se había dado cuenta de lo que estábamos haciendo y Mike juro inocencia, y de pura cagada, lo dejaron pasar, desgraciadamente le quitaron la pulsera.

Nos encontrábamos los tres adentro. Felices. Tardamos un rato decidiendo en donde nos íbamos a instalar, hasta que de repente vimos la única parte de la valla que no estaba hasta la madre, como no teníamos muchas opciones ya que todo lo demás estaba explotando, Nos instalamos ahí.

A lo lejos, en la pantalla gigante, vimos que apareció Rupert Grint (Ron) y la multitud se volvió loca. Poco después, tomándonos por sorpresa, apareció Neville Longbottom, en vivo y a todo color, a tres personas de nosotros. Después, aparecieron los gemelos Weasley, y decidimos que estábamos en un buen lugar. Poco a poco fuimos acercándonos a la valla hasta que logré quedar en primera fila, desterrando a una pobre chinita, que aguantó como campeona a pesar de recibir varios embarrones de ustedes ya se imaginarán qué.

No tardamos en darnos cuenta de que el lugar donde nos habíamos instalado, era justamente en lugar en donde los artistas se bajaban de sus coches. Con el tiempo los artistas comenzaron a desfilar; vimos a Dumbledore, Snape, Lúpin, Hagrid, Mcgonagall, y hasta Griphook.

En una de esas, se abre la puerta del coche y se baja Ginny Weasley, y cuando pasa cerca de donde estaba, estiro mi hojita… y consigo su autógrafo. Los artistas caminaban por la alfombra roja, mientras sus compañeros iban haciendo su aparición.

El momento más emocionante del evento, para mí, fue cuando la mismísima Emma Watson se bajó del coche, y mis ojos tuvieron el privilegio de contemplarla en persona, a menos de 4 metros de distancia. Con su pelito corto se veía increíble. Yo ni siquiera gritaba, estaba concentrado en disfrutar el momento al máximo.

Sin duda, el clímax del evento fue cuando después de que Daniel haga su aparición, se bajó del coche la creadora, J.K. Rowling. La gente, no es broma lectores, lloraba de emoción, el griterío ascendía a chingorrocientos decibeles, y la excitación del público casi era visible en el ambiente. Firmó unos cuantos autógrafos, y subió las escaleras.

De pronto, a los lejos, se escuchan otros gritos, y vemos que Rupert se va acercando a por nuestro lado de la valla, cuando llegó hasta donde yo estaba y le di mi hoja, el me volteó a ver, y lo único que le pude decir, fue “thanks mate” sonrió y me dijo “you are welcome”, Toda esta conversación duro aproximadamente medio segundo.

Al final, los tres principales y Rowling, se subieron al escenario y dieron un speech de despedida muy emotivo donde todos coincidieron que habían sido los mejores 10 años de su vida.

Cuando el evento terminó, eran aproximadamente las nueve de la noche, y como nuestro vuelo a Budapest salía hasta las 11 am, decidimos pasear por Londres y ver el Big Ben y el London Eye iluminados, cosa que no habíamos tenido la oportunidad de ver en nuestra primera visita, pues estábamos muy ocupados ligando rumanas.

Tomamos varias fotos en la noche de Londres, y Nos fuimos a Cenar un steak sándwich, con un chiiingo de cebolla.

Tomamos el underground, y ya en el aeropuerto, ellos juntaron unas bancas, yo tendí mi sleeping bag en el suelo, y con mis zapatos como almohada, y empiernado con mi mochila, me dormí plácidamente.

martes, 25 de octubre de 2011

Decimosexto Día!



Día 16

Nos Levantamos como a las 11 para ir al free walking tour de Praga, la cita era en la famosa torre del reloj, torre que fue uno de los grandes atractivos de hace muchos años. En el grupo que se disponía a tomar el free walking tour, había dos mexicanas más o menos de nuestra edad.

Después de aburrirnos en el free tour, decidimos abandonarlo sigilosamente a medio recorrido e ir por nuestras pistolas al famoso castillo de Praga. Durante Cabe mencionar que para este punto las Tapatías ya estaban enamoradas de nuestras encantadoras personalidades y las convencimos para que vayan con nosotros.

En el camino Farah nos escuchó a tigre y a mí hablando de la wixada del día anterior. Cuando se dio cuenta de que no había sido un sueño, amenazó a tigre con las inolvidables palabras… “te voy a cagar” Tigre no durmió tranquilo en resto del viaje, pues una amenaza de de este estilo proveniente de Farah, no se puede tomar a la ligera.

Antes de llegar al castillo de Praga, ocurrió “el suceso”

Hambrientos, paramos a comer en el primer McDonald´s que encontramos, y estando ahí nos percatamos que en la parte de adentro del restaurante había una pantalla plana que proyectaba, aun no entiendo con qué fin, la terraza del mismo restaurante, que estaba en la parte de atrás. Ya que estábamos todos comiendo alegremente; pudimos ver como el ratoncito de Farah, siempre Farah, comenzó a trabajar.

No pasaron más de tres segundos, antes de que nos diga “vean la tele” y se marche con paso seguro. Conociendo a Farah, no tardamos en desenfundar las cámaras y apuntarlas directamente a la pantalla que quedaba enfrente de nosotros. Debido al desmadre que ocasionamos, todos los comensales del restaurante dirigieron sus miradas hacia la televisión.

No tardó en aparecer el gordo, con su peculiar vestimenta. Sin pensarlo dos veces, localizó la cámara, les robo una silla a dos infelices que estaban disfrutando de sus hamburguesa, la centró, se encaramó a ella, y sin ninguna preocupación, se bajó el pantalón, dejando sus nalgas a la vista de todo el restaurante.

Los dos pelanás que estaban comiendo junto a él, lo empezaron a cagotear en checo, pero Farah, no les hizo caso y regresó con nosotros. De nuestro lado de la tele, la gente se desternillaba de risa, y cuando Farah hizo su entrada triunfal, la multitud prorrumpió en aplausos. No era para menos.

Como Mike se sentía mal y yo tenía que ir a la estación de trenes a buscar mi mochila (que había dejado ahí el día anterior) Nos separamos del grupo, Mike se fue al depa y yo lo alcancé ahí después de recoger mi mochila.

No pasó mucho tiempo antes de que llegaran los rufianes de que no habían conseguido el boleto para el barquito que te paseaba por el rio Moldava, que atraviesa Praga dividiendo la ciudad en norte y sur.

Así que el plan B consistía en chupar en el depa con las tapatías y después ir a un antro. Algunos se metieron a bañar, y otros se fueron a comprar el chupe, y los ingredientes para que Góngora nos deleite con sus dotes culinarios.

Como Chino Gamboa y Andrés Campos, no tenían donde dormir, y los yucatecos se tienen que apoyar, sobre todo si están en la otra punta del mundo, les abrimos las puertas de nuestro humilde hogar.

Poco Después llegaron las tapatías, que por cierto se llaman Gaby y Chofas, bien guapas y arregladitas. Cenamos la peor pasta del mundo, por que los rufianes encargados de las compras se habían gastado todo el dinero en chupe, dejándole al pobre chef, el único condimento de una insípida salsa de tomate. Sin embargo fiel a mi filosofía de que “el sabor es vanidad” me terminé comiendo el plato de las dos tapatías, que “se llenaron” después del segundo bocado, sabrosamente condimentado con sal y pimienta.

La comida dio paso a la bebida, y no esperamos mucho tiempo para que empezaran los clásicos juegos de borrachos, en los que los dos únicos objetivos son:

1. Sacar los trapitos sucios

2. Emborrachar a los participantes.

El juego es conocido como “yo nunca nunca”. Después jugamos varios otros en los que tengo que admitir que participé, pero nunca perdí, así que no tuve que tomar. Por el contrario, Chino Gamboa tuvo que retirarse del juego dado que “puro perder hacía” y quería aguantar para el antro.

La fiesta se puso buena y decidieron no ir al antro, así que Jp Mike y yo, nos fuimos a dormir al otro cuarto, ya que teníamos vuelo a la mañana siguiente. El estruendo era tan desagradable, que la única forma de dormirme fue enchufándome mi Ipod, con la lista “relax” mucho mejor que oír el cagadero de ahí afuera.

Los rufianes hijos de la gran puta, desconsiderados, no dejaban de tocar la puerta, con suma insistencia cada vez que pasaban por nuestro cuarto, hasta que hubo un momento que se me emputé y salí a cagotear gente. Exageré, pero es que no pinchen mamen.

Aclarado el asunto, nos dejaron dormir un rato más, hasta que salimos, desayunamos las sobras de la pasta plasticosa, y nos percatamos de que las tapatías estaban durmiendo en un sofá. Se despertaron asustadas, ya que ellas tenían vuelo a Múnich, pero antes tenían que ir a buscar sus cosas a su hostal. Solo nos pudimos despedir de Góngora, que fue el único que despertó y encontró tiempo para contarnos un poco de lo que había pasado la noche anterior.

Salimos juntos, del hostal, hasta que nos separamos de ellas en una estación de metro. Mike Jp y yo partimos a realizar un sueño, y yo personalmente, a cumplir una promesa.

jueves, 20 de octubre de 2011

Decimoquinto Día! (segunda parte)



Armado con mi mochila, mi caja de donas, y mi irreprimible sonrisa, me subí al tren que me llevaría hasta Praga. En el mismo compartimento se sentaron dos neoyorquinos con aspecto de hippies que me contaron que estaban haciendo lo mismo que nosotros. Uno de los gringos estaba idéntico a chumiguay. Dormimos hasta que vinieron a pedirnos nuestros tickets, y luego pasaron dos niños asiáticos a los que chumi empezó a molestar sacándoles la lengua.

Nos bajamos en una estación que parecía abandonada, y que al final descubrimos que no era la correcta, así que volvimos a subir al tren. Los chinitos seguían hablándonos en checo y la única palabra que decían en ingles era “penis”.

Llegamos al a estación de trenes y me despedí de los gringos. Ahí me encontré a Jennifer, otra gringa que habíamos conocido hace dos noches, en el pub crawl de Berlín. Después, comencé la búsqueda de internet, para poder contactar con mis amigos. Irónicamente, el establecimiento que me lo brindó fue nada menos que un McDonald´s.

Desenfundé mi ipod, que por cierto se estaba quedando sin batería, y gracias a un inbox me enteré de que habían rentado un depa, en el cual no había nadie ni mucho menos manera de entrar, y que ellos iban a estar en el pub crawl.

No tenía idea de donde estaban, mucho menos de donde estaban los rufianes, no hablo un carajo de checo, y no contaba con una sola corona (moneda que se usa en republica checa, que para terminarla de cagar, los checos no pueden ser personas normales y usar euros). Así que me senté y empecé a solucionar mis problemas, uno por uno.

Conseguí un cajero para poder sacar unas cuantas coronas que como no tenía idea de cómo estaba el tipo de cambio, y la maquina me daba opción de sacar desde 200 hasta 5000 coronas, saqué solamente 500, que después me vine a enterar que eran como aprox 400 pesos. Luego conseguí unos lockers para poder dejar mi mochilota y ya sin mochila y con algo de dinero, Salí a la calle.

El problema del idioma no era fácil de solucionar, pues no iba a aprender checo en 10 minutos (sinceramente, dudo poder aprenderlo en 10 años) y parecía que nadie en ese país hablaba inglés. Aún así logré explicarle al taxista mi problema y me comentó que lo más probable es que el pub crawl los llevara al centro. Pues ahí había varios Bares. No tenía nada que perder, así que le dije me llevara.

En el centro empecé a caminar por callejones obscuros hasta que encontré una calle en la que había varios establecimientos, entré en el primero, que tenía como logotipo a un espantoso cocodrilo rojo. Pregunté por el pub crawl y la señorita, muy amable, me explicó en un precario inglés que hoy no le tocaba ir a ese establecimiento, pero que probablemente estaban cerca.

Seguí Deambulando por las calles, hasta que encontré otro bar, en el que aun desde afuera, se escuchaba un tremendo cagadero. Emocionado, entré corriendo; ya casi podía ver a los rufianes armando el desmadre, cuando de repente siento un fuerte tirón en la camisa. Era un puto checoslovaco, de 2 metros y medio gordo y pelón, que por su uniforme me figuré que era el guardia de seguridad, después de que le traté de explicar, me mandó al carajo, y lo único que el deficiente mental logró balbucear fue “wait outside” de una manera muy grosera. Le menté la madre en los únicos dos idiomas que pude, pero como no parecía entender, me resigné a esperar afuera, con la esperanza de ver salir a los rufianes en cualquier momento.

Me acordé de que no había comido nada más que mis donas, hacía un chingo de horas, y repentinamente, me comencé a cagar de hambre, para mi fortuna, encontré un establecimiento ahí cerca en el cual compré la lasaña más barata, deliciosa y abundante que he probado, sin contar la de mi madre, claro está. (A pesar de que después fui a Italia)

Terminé de comer, y fui a ver si lograba escudriñar algún rostro conocido. En ese momento, tras una puerta de cristal me reencontré con los 6 rufianes. El reencuentro fue emotivo, al menos para mí, pues ellos estaban todos pedos, e hicieron gala de creatividad, cantándome una cómica canción, que habían compuesto con anterioridad. La verdad es que no recuerdo la tonada, ni la letra, así que si alguno de los rufianes se acuerda, puede comentar en el recuadro que aparece abajo. Para ilustración de los lectores.

Los seguí hasta el siguiente bar, en el cual me mostraron a una alemana que bailaba de una manera muy particular, pues iba “rebotando” al ritmo de la canción. Por cierto un mexicanito que media menos de 1.50, se la conectó.

Después llegamos a la supuesta discoteca más grande de Praga, que tiene 4 o 5 pisos, y cada uno con un diferente tipo de música para bailar. Como yo no había pagado por el pub crawl, Traté de colarme con la pulsera del pub crawl de Berlín, pero como no era del mismo color, me descubrieron en pleno acto delictivo. Tuve que aplicar la vieja técnica de “no tomo” y me dejaron la entrada al antro a la mitad de precio.

Pasamos como tres horas en ese antro, bailando con algunas niñas y siendo cepillados por otras.

Acordé con Jp, que era al único medianamente sobrio, juntar a los rufianes y vernos afuera del antro a las 3 en punto. Ya que recolecté a los rufianes que me tocaban, tarea nada fácil. Salimos del antro a las 2:55 para esperar a los demás. Dieron las 3 y jp, Mike y Farah, brillaban por su ausencia. 3:05… 3:15…. Nada.

A las 3:20 decidimos que los hijos de la gran puta, nos habían dejado. Así que estábamos a medio Praga, un solo y tres borrachos, y el único sobrio no tenía idea de donde estaba el depa, ya que se había perdido un día anterior…. ¿Por qué no?

Mientras discutíamos nuestra pésima suerte, se nos acercó un mongolazo mexicano presumiendo que se había robado una botella de agua del antro; no había terminado de hablar cuando detrás de él, aparece otro de los múltiples pelones de dos metros, lo empuja y le tira toda el agua encima, empapándolo a él, y de paso a Góngora y a tigre.

De pura cagada, Góngora encontró un papelito que tenia la dirección del depa, así que me acerqué a un taxista y el hijo de puta nos quiso cobrar 500 pesos. Obviamente lo mandamos a la chingada.

Con otro taxista más accesible, (que no hablaba inglés) logre averiguar más o menos como se llegaba al departamento, así que no nos quedó de otra más que caminar. En el camino de regreso al hostal, encontramos un restaurante abierto que vendía “giros” Todavía no sabemos que contenía, pero estaban deliciosos.

Tigre estaba sumamente ofendido porque nos habían dejado en el antro. Y todo el camino estuvo gritando a todo pulmón “nos dejaaaron, los voy a wixar”.

Cuando llegamos al departamento y jp tuvo la fortuna de abrirnos, Tigre, tomando en serio su papel de justiciero se acercó a la cama del gordo Farah, desenfundó el rifle y, sin pensarlo dos veces, lo wixó. Farah tardo aproximadamente medio litro en darse cuenta de lo que estaba pasando. Cuando se levanto enfurecido, empezó a balbucear improperios en húngaro (y eso que no habíamos llegado a Hungría). Se cambio de pantalón. Y se volvió a dormir, cual nené.

Llorando de risa, nos fuimos a dormir con una sonrisa en la cara. (y seguro en nuestras puertas)

sábado, 15 de octubre de 2011

Decimoquinto Día (primera parte)


Día 15

A pesar de que sabíamos que había trenes a las 6:48 y a las 8:48, decidimos darnos el lujo de dormir un poco, y tomar el tren que salía hacia República Checa a las 10:48 am.

Mientras esperábamos que llegue nuestro tren, acordamos aplacar nuestros antojos con un delicioso desayuno de nuestro restaurante favorito (y el único que podíamos pagar) McDonald´s.

Después de ver el menú y decidir cuidadosamente, ordené una malteada de vainilla, y dos veggyburguers, que por cierto, estaban de lujo. Pagué con mi tarjeta de débito, y salí corriendo hacia el andén, pues el tren acababa de llegar, claro que antes, sustraje discretamente unas cuentas nutellas y mermeladas de la barra de desayunos.

Subimos al tren corriendo, al último segundo, como siempre. No llevaba ni 5 minutos de haber partido, cuando sentí que la presión se me bajaba, la sangre se escapaba de mi rostro dejándome pálido. Hijo de las mil putas. Había dejado mi tarjeta en la terminal de McDonald´s.

Respiré profundo y me calmé, y comencé el tardado proceso de tomar una decisión. Solo había dos opciones, esperar a llegar a Praga y cancelar la tarjeta, o bajarme en la próxima parada e ir a recuperarla…

No sabía qué hacer y busqué consejo en mi hermana, le mande un mail desde el único celular que servía, (el de Joho). Y como siempre, ella me contestó con sabias palabras. Y como siempre, Ignoré los múltiples consejos y tomé la decisión. Pregunté cual era la siguiente parada del tren y me dijeron que estaba aproximada mente a dos horas de distancia, y era una ciudad que se llama Dresden. So be it.

Esperé las dos horas, y cuando llegó la parada, me despedí de los rufianes, nervioso, si. Pero aún mas emocionado por la aventura solitaria que me estaba esperando. No tuve que esperar mucho tiempo en Dresden para tomar un tren que me llevara de nuevo hacia Berlín.

Verán, la soledad es algo que nunca me ha asustado, si no todo lo contrario. Y en Alemania, tiene un sabor especial; sobre todo porque tenía el fin de enmendar un error que yo mismo había cometido.

Los siguientes fragmentos son copiados íntegramente de la libreta en la que escribí los lineamientos de esta historia.

“es la 1:11 de la tarde y estoy sentado en el tren de regreso a Berlín. Me separé del grupo con la esperanza de recuperar mi tarjeta, y de paso evitar darle un arma más a Don Tomás Ceballos para que se burle de mi”

“son las 3:12 y no sé si tomé la decisión correcta, si la tarjeta no está, creo que me voy a tener que matar a alguien”

“son las 4:23 y ya tengo mi tarjeta conmigo, afortunadamente, nadie va a tener que morir”

Así es, regresé a Berlín y después de una larga platica con la gerente de McDonald´s, en la que la tuve que convencer por todos los medios de que la tarjeta era mía, me la devolvió.

Me dirigí a Dunkin Donuts, y me compré 6 donas como premio de consolación por haber perdido tantas horas de mi viaje.

Me dirigí al mismo maldito restaurante, y como acto de venganza, reciclé un vaso de quien sabe quién, y lo rellené.

Me senté en el suelo de la estación, con el ipod sonando, coca gratis, donas deliciosas, y lo más importante, mi tarjeta de debito, bien guardada en mi billetera. No les miento, la sensación de bienestar e incertidumbre que sentí en ese momento, convirtió ese día, en el mejor de mi viaje. Pero mi aventura no terminó aquí. Not even close