domingo, 22 de abril de 2012

Vigesimoséptimo día !!

Día 27

Comimos como Farahs en engorda, pilares de platos decoraban nuestra mesa al más puro estilo de “Dragon ball”. Comimos, repetimos, y hasta al postre le metimos. Nuestros estómagos clamaban misericordia, pero nosotros se las negamos.

Comimos tanto que les tuve que pedir a mis compañeros media hora de tolerancia, pues el vomito por sobredosis de comida madrileña, amenazaba con asomar a cada segundo. Esa media hora fue bastante bien aprovechada, pues el pobre baño del restaurante recibió las descargas de cuatro mexicanos furiosos.

Con una mano en el vientre, y otra en la espalda baja, como embarazadas sietemesinas, salimos del restaurante dando tumbos. Los pobres españoles nos tiraron unas miradas de odio, que nos perforaron las hasta que salimos del establecimiento. No los culpo, fue el peor negocio de sus vidas.

Caminando a paso de tortuga, logramos subirnos a horcajadas al metro que nos llevaría al aeropuerto, nuestro avión a Mexico df salía a las 12 de la noche, y estábamos separados en dos grupos, teníamos los estómagos llenos, las carteras vacías y un cansancio acumulado de un viaje interminable. Así que saboreamos acampar en el aeropuerto de Madrid.

El miedo de perder el vuelo que nos regresaría a nuestra patria hizo que nuestros compañeros apretaran el paso, y por fin lograron arrancar a la “Diva Aguila” de los escaparates, pues la banda magnética de su tarjeta estaba más gastada que las suelas de nuestros zapatos. No teníamos idea de los que nos esperaba.

Farah nos acompaño hasta donde el sistema de seguridad del aeropuerto lo permitió y con un “nos vemos en 6 meses, brother” se despidió de cada uno de nosotros y se encamino a su propio cuchitril en la Famosísima “villa viciosa”; pero esa es otra historia, y deberá ser contada en otra ocasión.

Documentamos nuestras maletas, y comiendo mierda, nos informaron que nuestro vuelo estaba retrasado y saldría a las tres de la mañana. Con resignación nos metimos al baño, y ya siendo expertos en la materia, nos dimos un baño express con jabón liquido y agua de lavabo. Además, presumiendo nuestras recientes compras, quedamos avituallados como todos unos campeones para el regreso a casa. Pero todavía faltaba mucho que recorrer.

La suerte me sonrió cuando en una máquina expendedora de paletas heladas, me encontré que algún dueño despistado había dejado olvidada su adquisición: una Magnum Gold, la paleta más cara del menú. Poco me importó que estuviera más derretida que la puta madre, y que unas horas antes hubiera estado a punto de vomitar mi intestino grueso por exceso de comida. Devoré la cubierta de chocolate dorado, y sorbí el caldo de vainilla como si fuera el último manjar europeo que probaría en mi vida.

En cuestión de segundos, armamos nuestro campamento en las incomodísimas bancas del aeropuerto de Madrid y sus alrededores. Pero nosotros ya habíamos encontrado la manera de convertir la banca mas incomoda, en un reconfortante lecho de placer; unas barras divisorias, nos hacían lo que el viento a Juárez. Johan comió mierda cuando manchó su camisa recién estrenada de bruce lee, y los demás echábamos la weba.

Sin avisar, me invadió un mal presentimiento y me levanté a mirar las pantallas que dictaban nuestro horario de abordaje. La televisión seguía diciendo que nuestro vuelo estaba retrasado y salía a las tres de la mañana, sin embargo, yo vi un numerito sospechoso y tintineante, que me malviajó en extremo.

Me acerque a los rufianes, y les hice la propuesta de ir a esperar en la sala de espera de nuestra puerta de embarque, pues algo me decía que el avión iba a salir antes de las tres de la mañana, pero ellos, cómodos y adormilados, se burlaron de mis presentimientos. Como era de esperarse, recogí mi macuto, y los mandé directito a la chingada.

Siempre me ha gustado la soledad, y el camino desde nuestro improvisado campamento, hasta nuestra puerta de embarque, que disfruté bastante, me tomo aproximadamente 32 minutos y varias canciones reproducidas en mi ipod, pues tuve que caminar un chingo, para luego esperar un shuttle, entablar conversación con algunos viajeros perdidos, subir quien sabe cuántos pisos, bajar otros tantos pues me había pasado de lanza, preguntarle a algunos trabajadores y finalmente, localizar la letra del abecedario que correspondía a mi pase de abordar.

Cuando llegué a nuestra puerta de embarque, divisé las infalibles características de un vuelo nocturno retrasado: Viejos adormilados, jóvenes desparramados por el piso, Matrimonios peleando, y un ambiente de impaciencia que casi se podía palpar. Sonreí y me senté a una destartalada mesa de algún restaurante olvidado que se bamboleaba de izquierda a derecha como si tuviera vida propia.

Desenfundé mi fiel libretita naranja, sobre la cual están escritas estas líneas, y me puse, sin más, a redactar las últimas peripecias que habíamos vivido en roma, y el ritmo del viaje no me había permitido documentar. Mientras tanto, una hermosa joven solitaria, me miraba con curiosidad, y yo como de costumbre, fui incapaz de acercarme a hablar con ella.

Aproximadamente 40 minutos después, pasaron los rufianes en la lejanía, y me relajé, pues tenía miedo de que no llegaran a tomar el avión. Sin embargo, me la estaba pasando bien escribiendo, y como ellos no me vieron, los dejé pasar.

De repente y sin previo aviso, la gente se empezó a levantar, y los pelanás de iberia empezaron a llamar a la gente para el abordaje, todavía no eran las tres de la mañana, creo que ni siquiera las 2 30. Busque a mis compañeros de viaje con la mirada. Y al no encontrarlos, me dejé engullir por el puente retráctil que desemboca en la portezuela del avión. Mi asiento, ¿Por qué no? Era el ultimísimo de la fila, pegado al baño. Así que mi ansiedad fue inútil mientras los pasajeros ocupaban sus asientos. Jamás vi a ninguno de mis compañeros entrar por la puerta. Claro que los aviones tienes tres divisiones, y el hecho de que no los hubiera visto en mi división no significaba que hubieran perdido el vuelo… sin embargo, algo no me olía bien.

Nos sirvieron la cena/desayuno y cuando terminé de engullir el postre, decidí que era el momento de la verdad, y fui a investigar si había sido el único rufián que había abordado el aeroplano.

No hubo tanto suspenso, pues en la segunda división, sin esperar tanto me encontré a mis compañeros, unos cenando, y otros durmiendo. Sin embargo, la frase que profirió Mike me desconcertó:
--¡Maje! No mames, ¡pensamos que te habías quedado!—y después dijo --¿Dónde está Johan?

¿Johan?—Contesté – Cabrón, lo deje con ustedes hace como 4 horas.

Al escucharme, Mike se puso serio, y contestó –Se quedó cagando—

Cuando vieron mi cara de desconcierto, me explicaron que se había metido a al baño a liberar a Willie justo cuando llamaron por la bocina a los pasajeros de nuestro vuelo… y no lo habían vuelto a ver.

Sin creerles una palabra, me encaminé a buscarlo por todo el avión, como no lo encontré, le comenté el problema a una azafata que me dejó entrar a la parte de primera clase a revisar si no lo habían puesto ahí por alguna equivocación. Johan no estaba por ningún lado. Se había quedado cagando.

lunes, 16 de abril de 2012

Vigesimosexto Día!



Dia 26

Se acabo lo que se vendía. En lo personal siempre me entra la nostalgia cuando sé que un viaje está a punto de acabar, pero en este caso no se trataba de un viaje o unas vacaciones, sino de una vida corta la cual no terminaría hasta que perdiera las memorias de mi pasado.

Habíamos llegado al final de un mes de imágenes, historias, cuentos y lugares nuevos, ahora nuestros próximos días serían camino recorrido en el viejo continente. Nuestro vuelo de Roma-Madrid salía aproximadamente a las 8pm y decidimos hacer el check out del hostal en la mañana para vagar por Roma con todo y las mochilas durante el día. Desayunamos como viejos lobos de mar en el Mc Donald’s de la estación central de trenes, dos hamburguesitas con queso y un cono, el que se quería dar el lujo y rebajar un poco más su presupuesto a un día del shopping de Madrid se daba el suculento placer de comprar unas papas a la francesa porque obviamente el refresco venía incluido en nuestro menú (vaso comunitario y ajeno proveniente de algún romano rellenado por el experto en sinvergüenzas El Gordo Farah, a estas alturas del partido ya éramos hombres mundo así que el asco o expresiones relativas del tipo meridano no existían en nosotros.)

Nos armamos de webitos, amarramos nuestras mochilas, colgamos nuestros vaspaputos, y nos dimos una última colada en los andenes subterráneos que en algún tiempo pasado fueron cuevas de batallas clandestinas de gladiadores sin honor. Como ya habíamos visitado todo lo necesario y ya no queríamos cargar los 15kg de mochila, les propuse hacer lo que más disfrutábamos, mientras llegaba la hora de partir hacia el aeropuerto, un casual junto al Coliseo.

Johan, el gordo y Jp se fueron en búsqueda de un sueño que algún día se hará realidad o quedará en comentarios de peda que solo el protagonista de él entenderá, como este comentario; Góngora creo que le fue a tomar fotos a los castillos, cadenas, bovedillas, armex, colado y cuanta mamada aprecien los profesionales de la construcción del Coliseo, mientras que Tomaje y yo, colgamos hamacas a espaldas del coliseo regalándonos una vista que estoy seguro que nunca tuvieron personajes como Nerón, Marco Antonio, El César, Lavalle o el que sea. Entablamos pláticas similares a las típicas escenas de películas de guerra, cuando los soldados regresan a casa con los pies colgando de los helicópteros, tales como “¿Qué vas a hacer de vuelta en casa? – Probablemente lleve a los niños al parque mientras le hago el amor a mi amada esposa ¿y tú? “mmm no se tal vez regrese a las apuestas y a embriagarme diario en la cantina mientras la camarera me enseña sus senos la diferencia era que nosotros decíamos: Tigre.- “toncs q maje, el jueves la bienvenida en el Cielo de Chicxulub o que show?. Tommy. - mmm puede ser pero antes tengo que regresar al negocio del reciclaje y despedir a un pelaná, además ahí si pago aunque no tome”, entre otras. Estuvimos tirados como 3 horas echando el coto hasta que se unió Gaudí Góngora a echar la weba mientras veíamos como la Policía local perseguía a los Beduinos ambulantes vendedores de pendejadas por todo el coliseo. Cuando el gordo, el ganzo y el rey David regresaron de su frustrada aventura nos trajeron historias interesantes pero nada que no hubiéramos imaginado.

Al paso de las horas, le dimos una última vuelta al Coliseo con todo y las mochilas encaminándonos a tomar taxi al aeropuerto, donde decidí dejar junto al coliseo mi sábana de Chelem como símbolo que había llegado hasta el destino final del eurotrip sano y salvo, tal y como Neil Amstrong lo hizo en la Luna con la bandera Norteamericana. Además mi instinto de cagadero me decía que la última noche en Madrid no iba a necesitar nada relacionado para la pérdida de tiempo más grande del viajero, dormir.

Llegamos a Madrid, lo que sería nuestro último aterrizaje con el equipo de los rufianes completo, nuestros cuerpos pedían clemencia, estábamos completamente cansados de conocer Europa, pero en nuestras mentes teníamos claro lo que debíamos hacer esa última noche fielmente a nuestro pasado, experiencia y leyes, Ultima noche-Ultimo Cagadero. Dejamos las maletas en un Locker Room junto al aeropuerto, agarrando únicamente carteras y nada más para sobrevivir 24 horas en Madrid. Ya expertos en el negocio y como si fuese Circuito Poniente y Plazas subimos al metro, cambiamos en Nuevos Ministerios y tomamos rumbo a Tirso de Molina donde encontraríamos a las Tapatías para caminar a Plaza del Sol. Una vez en ella, los aventureros Tomaje, el Gordo, Charles y un servidor (los demás rentaron hostal porque realmente estaban fríos en vida, alma y corazón) junto con las rufianas, sin pensarlo comenzamos a enchufar cervezas como si fuese el último día de nuestros mejores días, lo cual digo que si era, zumbamos dos pizonas para meter base y casi casi le decimos a un beduino que se quede junto a nosotros como nevera para vendernos chevas a un euro cada una. La noche corrió y la cerveza también, andábamos por las calles de Madrid cantando, gritando, recordando y orinando (que si se podía por que la chota le vio el niño a charles mientras orinábamos y le dijo eeee tio, ostia, cojones, giripollas y nada más). Más tarde nos encontramos con una amiga de charles que conoció en Sudamérica quien traía mas banda pero a mi juicio parecían todos los integrantes de Mago de Oz. Entramos como a 3 discos ya todos briagos, como de costumbre nunca salíamos de ellas, nos sacaban, la primera fue por comernos todos los cacahuates y consumir poca cerveza (del bar), la segunda era una disco punketa a morir de la cual le dedico a Rich Rodriguez ese momento porque él se hubiese orinado de gusto, también nos cepillaron porque charles metió cerveza de la calle y de la tercera también nos cepillaron supongo que por Farah, pero ya no importó…”La primera por coraje, la segunda por capricho y la tercera por placer”. Decidimos seguir el pedo en la calle muy atm con el resto de mago de oz y los sudamericanos cantando la madre de José o La Escuela de Calor, ya no estaban las rufianas ni el trío de putekes porque se fueron al hostal, la verdadera leyenda empezaba apenas.

Con ganas de sacudir el rifle, fui a una esquina y junto a un arbolito comencé a hacer mis necesidades, pero de repente una negra de 2mts de alto y con apariencia más llamativa que Javier Baduy en Noosfera los sábados, de oficio prestigioso y respetado, me dijo “YO QUIERO ESO”, no mames! me di el susto de mi vida y sin cerrar la llave, enfunde antes rifle ahora pp7 y me fui corriendo con los rufianes a llorarles mi miedo. Ya muriéndonos de hambre y de pedos los magos de oz nos llevaron alrededor de las 7am a un restaurant que supuestamente era el caciques o harbanos madrileño, donde zumbamos a mi gusto las peores tortas de mi vida, unas putas sardinas, vivas de seguro en dos bolillos, palaverga que horror, me quiero mmmorir, charles aseguró que sabían a gloria a diferencia mía. Cuando salimos del restaurant, el sol estaba con todo, así como el gordo y el maje que ya dormían tirados en una banca. Nos paramos, seguimos al mago de oz y nos llevaron al típico depa de “Hey Arnold” nos dieron 3 colchones y las buenas noches.

Nos levantamos en el piso de algún cuchitril en medio de Madrid al medio día y con una sola cosa en mente, acabar el dinero en shopping como viejas locas. El maje, el gordo y yo caminamos hacia La Gran Vía donde recordé que mi cartera la había dejado en el baño del cuchitril, el cual estaba a 15 minutos velocidad del pekas con WD40 en las llantas y sepa dios en qué dirección (cabe recalcar que llegamos pedos la noche o las horas anteriores y no sabía dónde ni cómo era el cuchitril). Recurrí a mi memoria y a mi falta de pena para preguntar y me fui corriendo esperando lo peor, no hacer mi shopping y perderme en Madrid. Afortunadamente los flashazos me ayudaron a recordar el nombre del restaurant de sardinas y la fachada del cuchitril al cual llegue todo asustado, temeroso y perdido, pensando lo peor de mi cartera. No me acordaba de quien era la casa y por el timbre 6 voces diferentes me decían eeeeeeee quien?, quien tio?, ostia tio, cojones, quien anda? era un depa comunitario y toque todos los timbres de lo perdido que estaba jaja pero a falta de nombres aplique la clásica “Soy Gerardo Trejo y vine a ver a Iker”, me dejaron pasar, pero tampoco recordaba el piso, que horrrror, que peda, pues hasta encontrar alguna pista dije, subí, subí y subí hasta que vi una chancla blanca “havaiana” y la puerta abierta, dije awebo típico de borrachos yucatecos. Entre al basin y ahí estaba mi cartera, Gloria eterna.

Hoy en día, si me dejas en Madrid, te llevo al cuarto de ese cuchitril sin ningún problema, experiencia.

Ya en la gran vía, sex and the city, xoxo gossip girl, Eduardo cullen, Di caprio y hasta luis putón se quedaban cortos a nuestro ritmo de shopping, la tarjeta de débito se embarazo y murió de sobredosis de tanto arrimón y pasón por las tiendas departamentales, y de repente encontramos a charles Góngora en un vestidor de H and M donde nos contó lo siguiente “cuando ustedes se fueron del cuchitril yo me quede durmiendo, pero cuando desperté vi en pelotas al vocalista de mago de oz tragándome todo el bosque de los olivos y su apellido frente a mí diciéndome que si quería algo de comer”.

Después de arduas compras, nos topamos con el resto de los rufianes que igual compraban como en quincena en Altabrisa, echamos el coto un rato y nos separamos de nuevo. Ya en la tarde, alrededor de las 5pm, las sardinas no aguantaron más en el estómago y nos pedían la última comida en el viejo continente, nosotros sabíamos bien lo que el destino le esperaba a ese pobre restaurant que se le ocurrió poner BUFFETE TODO LO QUE PUEDAS COMER POR 10 EUROS. Se acabo lo que se vendía.

Jorge Iván Díaz Ramírez. Eurotrip 2011.

jueves, 12 de abril de 2012

Vigesimoquinto Día!



El ultimo día de Roma habia llegado. El ultimo día ‘oficial’ del eurotrip nos alcanzó. Lo recibí con flashazos de memoria típicos de una mañana después de una gran noche: gongora vomitando (3 veces), el garfio Millet, cantándole mariachis a la luna a los pies del coliseo, gaia y mago de oz, son los que puedo recordar. Como buenos borrachos, nadie durmió donde estaban sus cosas y los cuartos eran un cagadero que asemejaba la noche anterior, pero ni pedo: a cargar a ese payaso, recoger tus trusas y joder a jp porque tarda un chingo. Para el penúltimo día del trip ya era rutina. En esos momentos estaba de más preguntarle al de al lado: ¿estás tan crudo como yo? Estaba implícito en nuestras caras, una puta cruda de 27 días. Me acuerdo haber pensado en los tweets de mandy de los sabados maldiciendo la chamba, la cruda y adorando al dios gatorade. En nuestro trip no hubieron gatorade´s que te levantaran, pero si la fontana de Trevi. Así que, con Roma y sus monumentos en la cabeza, pudimos salir del hostal a una hora decente y nos encaminamos hacia la famosa fuente. No tengo una verga idea de cómo pero dejamos a la gárgola en el camino, para no perder la costumbre. Llegamos a la impresionante construcción, nos quedamos un rato contemplando sus esculturas y llegó Gongora. Después de hacerle fe a la tradición de tirar una moneda en la fuente con la promesa de regresar (casi puedo afirmar que Farah sacó su almuerzo de ahí), nos disponíamos a buscar el camino hacia el panteón cuando nos encontramos a Neil, un cabrón del pubcrawl que nos dijo que si hacíamos otra vez la hazaña de la noche anterior pero sin barra libre nos cobraban la mitad nada mas, 10 euritos por otro cagastal. Planeando las distintas estrategias y alineaciones para mamarnos antes del pubcrawl con lo que fuere como sanos muchachos que somos, nos dirigimos hacia el panteón. Yo no tiré la moneda por pendejo (se me olvidó) pero de que regreso a Roma lo juro. Llegamos al colosal panteón de agripa, que es donde yace enterrado el cuerpo de Rafael. Espectacular. Johan se tomo las respectivas fotos para su perfil de facebook, (que, si me preguntan a mí, creo que fue una razón de mucho peso para él al momento de decidir irse a europa) y nos quedamos echando un casualón a unos cuantos metros de los restos del famoso pintor y arquitecto italiano Rafael.

Después de que los históricos monumentos de la ciudad nos laven un poco la cruda, a unos menos que a otros, teníamos una tarde libre por la capital. Gongora y Farah se animaron por un concierto de ópera o un coro al aire libre en una plaza y los demás optaron por mcdonalds, las 2 opciones sonaban bien…para alguien no tan crudo. Tomás y yo decidimos ir al hostal a descansar un rato antes de volver al partido vs pubcrawl. Parecía una opción prudente, usando como vara de medida la noche anterior. Hasta hoy me arrepiento de esa decisión. Poco a poco fueron llegando los demás al hostal, sin preocupaciones ni prisas, porque la cita era a las 11pm en la estación de metro “colosseum”. Nos apendejamos. Culpa de todos o de nadie a las 11:00 estábamos saliendo del hostal corriendo hacia el metro, llegamos quince/veinte minutos después a donde se reunia la gente del pubcrawl para salir al primer bar pero no encontramos a nadie. Si, la cagamos. Nos metieron el gol del gane al minuto 93. Recuerdo ver las caras de seria preocupación de mis compañeros, tratando de encontrar fiesta en cualquier bar. Entramos a varios bares, unos peores que otros. Intentamos hasta en restaurantes, estábamos más desesperados que Baduy un sábado de noosfera a las 2 am. Tratamos de llegar a los mismos bares de la noche anterior pero no contábamos con que estábamos hasta el pito al salir el primer bar porque era el único con barra libre, y de ahí nadie se acuerda por completo de lo que pasó y menos de cómo llegar a los lugares en donde pasó. Sin mucho que resumir, terminamos tirándole el pedo (sin mucho éxito) a una italiana que atendía en una heladería cerca de piazza navona antes de ir al hostal entre mentando madres de no haber llegado al siempre fiel pubcrawl y cagandonos de risa de volver a vivir la épica noche con los relatos parchados de cada uno.

Texto escrito por Miguel Flores guillermo