lunes, 16 de abril de 2012

Vigesimosexto Día!



Dia 26

Se acabo lo que se vendía. En lo personal siempre me entra la nostalgia cuando sé que un viaje está a punto de acabar, pero en este caso no se trataba de un viaje o unas vacaciones, sino de una vida corta la cual no terminaría hasta que perdiera las memorias de mi pasado.

Habíamos llegado al final de un mes de imágenes, historias, cuentos y lugares nuevos, ahora nuestros próximos días serían camino recorrido en el viejo continente. Nuestro vuelo de Roma-Madrid salía aproximadamente a las 8pm y decidimos hacer el check out del hostal en la mañana para vagar por Roma con todo y las mochilas durante el día. Desayunamos como viejos lobos de mar en el Mc Donald’s de la estación central de trenes, dos hamburguesitas con queso y un cono, el que se quería dar el lujo y rebajar un poco más su presupuesto a un día del shopping de Madrid se daba el suculento placer de comprar unas papas a la francesa porque obviamente el refresco venía incluido en nuestro menú (vaso comunitario y ajeno proveniente de algún romano rellenado por el experto en sinvergüenzas El Gordo Farah, a estas alturas del partido ya éramos hombres mundo así que el asco o expresiones relativas del tipo meridano no existían en nosotros.)

Nos armamos de webitos, amarramos nuestras mochilas, colgamos nuestros vaspaputos, y nos dimos una última colada en los andenes subterráneos que en algún tiempo pasado fueron cuevas de batallas clandestinas de gladiadores sin honor. Como ya habíamos visitado todo lo necesario y ya no queríamos cargar los 15kg de mochila, les propuse hacer lo que más disfrutábamos, mientras llegaba la hora de partir hacia el aeropuerto, un casual junto al Coliseo.

Johan, el gordo y Jp se fueron en búsqueda de un sueño que algún día se hará realidad o quedará en comentarios de peda que solo el protagonista de él entenderá, como este comentario; Góngora creo que le fue a tomar fotos a los castillos, cadenas, bovedillas, armex, colado y cuanta mamada aprecien los profesionales de la construcción del Coliseo, mientras que Tomaje y yo, colgamos hamacas a espaldas del coliseo regalándonos una vista que estoy seguro que nunca tuvieron personajes como Nerón, Marco Antonio, El César, Lavalle o el que sea. Entablamos pláticas similares a las típicas escenas de películas de guerra, cuando los soldados regresan a casa con los pies colgando de los helicópteros, tales como “¿Qué vas a hacer de vuelta en casa? – Probablemente lleve a los niños al parque mientras le hago el amor a mi amada esposa ¿y tú? “mmm no se tal vez regrese a las apuestas y a embriagarme diario en la cantina mientras la camarera me enseña sus senos la diferencia era que nosotros decíamos: Tigre.- “toncs q maje, el jueves la bienvenida en el Cielo de Chicxulub o que show?. Tommy. - mmm puede ser pero antes tengo que regresar al negocio del reciclaje y despedir a un pelaná, además ahí si pago aunque no tome”, entre otras. Estuvimos tirados como 3 horas echando el coto hasta que se unió Gaudí Góngora a echar la weba mientras veíamos como la Policía local perseguía a los Beduinos ambulantes vendedores de pendejadas por todo el coliseo. Cuando el gordo, el ganzo y el rey David regresaron de su frustrada aventura nos trajeron historias interesantes pero nada que no hubiéramos imaginado.

Al paso de las horas, le dimos una última vuelta al Coliseo con todo y las mochilas encaminándonos a tomar taxi al aeropuerto, donde decidí dejar junto al coliseo mi sábana de Chelem como símbolo que había llegado hasta el destino final del eurotrip sano y salvo, tal y como Neil Amstrong lo hizo en la Luna con la bandera Norteamericana. Además mi instinto de cagadero me decía que la última noche en Madrid no iba a necesitar nada relacionado para la pérdida de tiempo más grande del viajero, dormir.

Llegamos a Madrid, lo que sería nuestro último aterrizaje con el equipo de los rufianes completo, nuestros cuerpos pedían clemencia, estábamos completamente cansados de conocer Europa, pero en nuestras mentes teníamos claro lo que debíamos hacer esa última noche fielmente a nuestro pasado, experiencia y leyes, Ultima noche-Ultimo Cagadero. Dejamos las maletas en un Locker Room junto al aeropuerto, agarrando únicamente carteras y nada más para sobrevivir 24 horas en Madrid. Ya expertos en el negocio y como si fuese Circuito Poniente y Plazas subimos al metro, cambiamos en Nuevos Ministerios y tomamos rumbo a Tirso de Molina donde encontraríamos a las Tapatías para caminar a Plaza del Sol. Una vez en ella, los aventureros Tomaje, el Gordo, Charles y un servidor (los demás rentaron hostal porque realmente estaban fríos en vida, alma y corazón) junto con las rufianas, sin pensarlo comenzamos a enchufar cervezas como si fuese el último día de nuestros mejores días, lo cual digo que si era, zumbamos dos pizonas para meter base y casi casi le decimos a un beduino que se quede junto a nosotros como nevera para vendernos chevas a un euro cada una. La noche corrió y la cerveza también, andábamos por las calles de Madrid cantando, gritando, recordando y orinando (que si se podía por que la chota le vio el niño a charles mientras orinábamos y le dijo eeee tio, ostia, cojones, giripollas y nada más). Más tarde nos encontramos con una amiga de charles que conoció en Sudamérica quien traía mas banda pero a mi juicio parecían todos los integrantes de Mago de Oz. Entramos como a 3 discos ya todos briagos, como de costumbre nunca salíamos de ellas, nos sacaban, la primera fue por comernos todos los cacahuates y consumir poca cerveza (del bar), la segunda era una disco punketa a morir de la cual le dedico a Rich Rodriguez ese momento porque él se hubiese orinado de gusto, también nos cepillaron porque charles metió cerveza de la calle y de la tercera también nos cepillaron supongo que por Farah, pero ya no importó…”La primera por coraje, la segunda por capricho y la tercera por placer”. Decidimos seguir el pedo en la calle muy atm con el resto de mago de oz y los sudamericanos cantando la madre de José o La Escuela de Calor, ya no estaban las rufianas ni el trío de putekes porque se fueron al hostal, la verdadera leyenda empezaba apenas.

Con ganas de sacudir el rifle, fui a una esquina y junto a un arbolito comencé a hacer mis necesidades, pero de repente una negra de 2mts de alto y con apariencia más llamativa que Javier Baduy en Noosfera los sábados, de oficio prestigioso y respetado, me dijo “YO QUIERO ESO”, no mames! me di el susto de mi vida y sin cerrar la llave, enfunde antes rifle ahora pp7 y me fui corriendo con los rufianes a llorarles mi miedo. Ya muriéndonos de hambre y de pedos los magos de oz nos llevaron alrededor de las 7am a un restaurant que supuestamente era el caciques o harbanos madrileño, donde zumbamos a mi gusto las peores tortas de mi vida, unas putas sardinas, vivas de seguro en dos bolillos, palaverga que horror, me quiero mmmorir, charles aseguró que sabían a gloria a diferencia mía. Cuando salimos del restaurant, el sol estaba con todo, así como el gordo y el maje que ya dormían tirados en una banca. Nos paramos, seguimos al mago de oz y nos llevaron al típico depa de “Hey Arnold” nos dieron 3 colchones y las buenas noches.

Nos levantamos en el piso de algún cuchitril en medio de Madrid al medio día y con una sola cosa en mente, acabar el dinero en shopping como viejas locas. El maje, el gordo y yo caminamos hacia La Gran Vía donde recordé que mi cartera la había dejado en el baño del cuchitril, el cual estaba a 15 minutos velocidad del pekas con WD40 en las llantas y sepa dios en qué dirección (cabe recalcar que llegamos pedos la noche o las horas anteriores y no sabía dónde ni cómo era el cuchitril). Recurrí a mi memoria y a mi falta de pena para preguntar y me fui corriendo esperando lo peor, no hacer mi shopping y perderme en Madrid. Afortunadamente los flashazos me ayudaron a recordar el nombre del restaurant de sardinas y la fachada del cuchitril al cual llegue todo asustado, temeroso y perdido, pensando lo peor de mi cartera. No me acordaba de quien era la casa y por el timbre 6 voces diferentes me decían eeeeeeee quien?, quien tio?, ostia tio, cojones, quien anda? era un depa comunitario y toque todos los timbres de lo perdido que estaba jaja pero a falta de nombres aplique la clásica “Soy Gerardo Trejo y vine a ver a Iker”, me dejaron pasar, pero tampoco recordaba el piso, que horrrror, que peda, pues hasta encontrar alguna pista dije, subí, subí y subí hasta que vi una chancla blanca “havaiana” y la puerta abierta, dije awebo típico de borrachos yucatecos. Entre al basin y ahí estaba mi cartera, Gloria eterna.

Hoy en día, si me dejas en Madrid, te llevo al cuarto de ese cuchitril sin ningún problema, experiencia.

Ya en la gran vía, sex and the city, xoxo gossip girl, Eduardo cullen, Di caprio y hasta luis putón se quedaban cortos a nuestro ritmo de shopping, la tarjeta de débito se embarazo y murió de sobredosis de tanto arrimón y pasón por las tiendas departamentales, y de repente encontramos a charles Góngora en un vestidor de H and M donde nos contó lo siguiente “cuando ustedes se fueron del cuchitril yo me quede durmiendo, pero cuando desperté vi en pelotas al vocalista de mago de oz tragándome todo el bosque de los olivos y su apellido frente a mí diciéndome que si quería algo de comer”.

Después de arduas compras, nos topamos con el resto de los rufianes que igual compraban como en quincena en Altabrisa, echamos el coto un rato y nos separamos de nuevo. Ya en la tarde, alrededor de las 5pm, las sardinas no aguantaron más en el estómago y nos pedían la última comida en el viejo continente, nosotros sabíamos bien lo que el destino le esperaba a ese pobre restaurant que se le ocurrió poner BUFFETE TODO LO QUE PUEDAS COMER POR 10 EUROS. Se acabo lo que se vendía.

Jorge Iván Díaz Ramírez. Eurotrip 2011.

1 comentario:

  1. Muy bien, el relato se aleja de ser un simple recuento de hechos y se convierte por el uso de la buena letra en una historia, al hacer uso deliberado de palabras que llevan a una buena altura la narración. re bien, que Dios te siga bendiciendo con este don. Gerardo Concha.

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