viernes, 19 de agosto de 2011

Dinero

¿Qué harías tú, respetable lector, si hoy te enteraras que tu número ha resultado el premiado y ochocientos millones de pesos acaban de ser transferidos a tu cuenta personal?

Seguramente has tenido esta charla mil veces con tus amigos, y apuesto que las respuestas más comunes son: comprarme un carrazo, viajar por todo el mundo, comprarme una casota o dejar de trabajar.

Ayer, unos minutos antes de que mi profesor de la universidad me invitara amablemente a retirarme de su clase (con las elegantísimas palabras “te voy a dar flit”) me encontraba cavilando acerca del dinero, y su ridículo poder sobre el ser humano.

Hace algunos años, yo tenía la hipótesis de que el sexo, el dinero y el miedo, manejaban el mundo. Hoy, como es su especialidad, el dinero ha logrado comprar el miedo, y convertir al sexo, en su mejor aliado.

Esas personas prosperas y triunfadoras que solemos mirar hacia arriba han caído en el terrible error de vivir para trabajar y no de trabajar para vivir. La vida se ha vuelto una carrera hacia la cifra más elevada y la nueva felicidad se basa en el acumulamiento de bienes materiales.

Varias veces me he preguntado si las personas pueden encontrar la autorrealización siendo unos excelentes generadores de dinero, y cada vez me aporreo con la misma respuesta: desgraciadamente si…

Los hombres productivos de hoy, pasan 12 horas trabajando y ocho durmiendo (cuando les va bien), yo me pregunto ¿de dónde sacan tiempo para su familia, para el ejercicio físico, para su persona? Simplemente no lo encuentran y lo peor… ni siquiera lo buscan. Sin embargo han (hemos) desarrollado la increíble habilidad para gastar el dinero a velocidades que la misma luz, mira con envidia. Deberíamos de considerar al dinero como un medio para vivir, y no vivir por medio del dinero.

La presión de tu clase social, aunque duela aceptarlo, tiene un gran peso sobre ti, esto te obliga a desear siempre más de lo que tienes y por lo tanto, te impide disfrutarlo.

Desde que tengo memoria, me atrae la idea de la vida en los pueblos, una vida mucho más sencilla, y por lo tanto, más feliz. Estar en la clase media alta, y poder codearte en los antros y en los lugares de concurrencia con gente mucho mas “rica” que tú, te dispara la ambición de de tener lo que tienen y hacer lo que hacen. Las necesidades desaparecen y los desembolsos se efectúan a base de deseos.

No te aconsejo que te conformes, pero te recomiendo que aprendas a disfrutar lo que tienes, así sea una choza de palos y un pedazo de pan duro.

La riqueza de una persona no se mide por cuanto tienes… si no por cómo lo disfrutas.

Por último les dejo una frase que le escuche a un sacerdote jesuita cuyo nombre no recuerdo, y me encantó por la veracidad de sus palabras.

“el dinero es un excelente sirviente… pero un pésimo amo.”

Tomás Ceballos Millet

27/08/2010

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