miércoles, 12 de octubre de 2011

Decimocuarto Día!



Día 14

Dormimos un rato antes de ir a desayunar a subway para recuperar un poco de energía, la que nos haría falta para el free walking tour. Llegamos al punto de encuentro y como para no romper la rutina llegamos tarde, no tuvieron más opción que separarnos en dos grupos, ya que éramos demasiados. Me tocó con Mike y Jp.

Durante el recorrido, visitamos lugares como el impactante “memorial a los judíos caídos en la guerra” que consiste en una construcción de suelo irregular con enormes bloques grises de concreto que se elevan hasta los 4.5 metros de altura, la idea es que al atravesarlo logres sentir un atisbo de la opresión e incertidumbre que vivían los judíos en esa época. En mi humilde opinión, un monumento muy bien logrado.

También pasamos por el bunker donde supuestamente se suicidó el hijo de puta de Hitler, ojala le devolvieran la vida, para que pueda volverse a suicidar. Vimos un pedazo del muro de Berlín y las famosas catedrales gemelas. Cuando llegó la hora de pagar, me armé de valor, y aplique, por primera vez en el viaje, la técnica de poner monedas de 5 pesos como si fueran de dos euros, total, había que hacer bulto.

Terminando el tour, nos cayó la lluvia y aún nadie sabe por qué, Góngora y Jp, desenfundaron unos impermeables transparentes. No les miento lectores, se veían como todos unos “toletes”.

Góngora, aún vestido tan ridículamente (ok, estoy un poco ardido porque yo si me mojé), Logro arrastrarnos una vez más a uno de sus inservibles museos. El famoso museo judío, que resulto ser un una pérdida de tiempo, lo único rescatable, fue una caminata sobre unas mascaras de hierro que producía un sonido que te ponía la carne de gallina, y una representación de la cámara de gas, que a pesar de todo, fue bastante ilustrativa. Desgraciadamente, lo mejor del museo, es que solo nos costó dos euros.

Salimos de ahí hambrientos y decepcionados, así que nos vengamos de Berlín robándonos el metro. En el trayecto, se armó una discusión política, en la que aun no entiendo porque, Johan defendió a la Gober a capa y espada.

Llegamos a la parte bonita del muro de Berlín, un kilómetro y medio grafiteado con críticas sociales y mensajes de unificación, que hoy son una obra de arte sobre la cicatriz de aquel muro divisorio.

Salimos de ahí con la tripa retumbando y corrimos con la esperanza de alcanzar el buffet “yukas” que estaba cerca del hostal. Tigre prometió que si no llegábamos, dejaría que lo levantemos de los huevos sin oponer resistencia.

Para no perder la costumbre, no llegamos. A pesar de que todos estábamos de mal humor por el hambre, cuando tigre cumplió su promesa, nos mejoró el ánimo. Hacerle “poste humano” a un compañero, es el mejor antidepresivo.

Terminamos cenando cada quien por su lado. Yo cené con Mike y Johan y fuimos a comprar dogos con el alemán flacucho que no hablaba una gota de inglés. Aún sin entender un carajo de lo que queríamos decir, se vio buena onda y nos disparó un plato de salchichas alemanas así que los tres quedamos hasta la madre.

Llegamos al hostal con la intención de dormirnos temprano, para estar enteros en Praga, pero en lo que unos se bañaban y otros echaban desmadre, nos dieron más de las dos de la mañana.

Como dato curioso, Berlín es la unica ciudad que conozco que en vez de tratar de callar sus errores, los hace públicos y se disculpa por ellos. Actitudes como esa son las que conllevan grandeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario