martes, 25 de octubre de 2011

Decimosexto Día!



Día 16

Nos Levantamos como a las 11 para ir al free walking tour de Praga, la cita era en la famosa torre del reloj, torre que fue uno de los grandes atractivos de hace muchos años. En el grupo que se disponía a tomar el free walking tour, había dos mexicanas más o menos de nuestra edad.

Después de aburrirnos en el free tour, decidimos abandonarlo sigilosamente a medio recorrido e ir por nuestras pistolas al famoso castillo de Praga. Durante Cabe mencionar que para este punto las Tapatías ya estaban enamoradas de nuestras encantadoras personalidades y las convencimos para que vayan con nosotros.

En el camino Farah nos escuchó a tigre y a mí hablando de la wixada del día anterior. Cuando se dio cuenta de que no había sido un sueño, amenazó a tigre con las inolvidables palabras… “te voy a cagar” Tigre no durmió tranquilo en resto del viaje, pues una amenaza de de este estilo proveniente de Farah, no se puede tomar a la ligera.

Antes de llegar al castillo de Praga, ocurrió “el suceso”

Hambrientos, paramos a comer en el primer McDonald´s que encontramos, y estando ahí nos percatamos que en la parte de adentro del restaurante había una pantalla plana que proyectaba, aun no entiendo con qué fin, la terraza del mismo restaurante, que estaba en la parte de atrás. Ya que estábamos todos comiendo alegremente; pudimos ver como el ratoncito de Farah, siempre Farah, comenzó a trabajar.

No pasaron más de tres segundos, antes de que nos diga “vean la tele” y se marche con paso seguro. Conociendo a Farah, no tardamos en desenfundar las cámaras y apuntarlas directamente a la pantalla que quedaba enfrente de nosotros. Debido al desmadre que ocasionamos, todos los comensales del restaurante dirigieron sus miradas hacia la televisión.

No tardó en aparecer el gordo, con su peculiar vestimenta. Sin pensarlo dos veces, localizó la cámara, les robo una silla a dos infelices que estaban disfrutando de sus hamburguesa, la centró, se encaramó a ella, y sin ninguna preocupación, se bajó el pantalón, dejando sus nalgas a la vista de todo el restaurante.

Los dos pelanás que estaban comiendo junto a él, lo empezaron a cagotear en checo, pero Farah, no les hizo caso y regresó con nosotros. De nuestro lado de la tele, la gente se desternillaba de risa, y cuando Farah hizo su entrada triunfal, la multitud prorrumpió en aplausos. No era para menos.

Como Mike se sentía mal y yo tenía que ir a la estación de trenes a buscar mi mochila (que había dejado ahí el día anterior) Nos separamos del grupo, Mike se fue al depa y yo lo alcancé ahí después de recoger mi mochila.

No pasó mucho tiempo antes de que llegaran los rufianes de que no habían conseguido el boleto para el barquito que te paseaba por el rio Moldava, que atraviesa Praga dividiendo la ciudad en norte y sur.

Así que el plan B consistía en chupar en el depa con las tapatías y después ir a un antro. Algunos se metieron a bañar, y otros se fueron a comprar el chupe, y los ingredientes para que Góngora nos deleite con sus dotes culinarios.

Como Chino Gamboa y Andrés Campos, no tenían donde dormir, y los yucatecos se tienen que apoyar, sobre todo si están en la otra punta del mundo, les abrimos las puertas de nuestro humilde hogar.

Poco Después llegaron las tapatías, que por cierto se llaman Gaby y Chofas, bien guapas y arregladitas. Cenamos la peor pasta del mundo, por que los rufianes encargados de las compras se habían gastado todo el dinero en chupe, dejándole al pobre chef, el único condimento de una insípida salsa de tomate. Sin embargo fiel a mi filosofía de que “el sabor es vanidad” me terminé comiendo el plato de las dos tapatías, que “se llenaron” después del segundo bocado, sabrosamente condimentado con sal y pimienta.

La comida dio paso a la bebida, y no esperamos mucho tiempo para que empezaran los clásicos juegos de borrachos, en los que los dos únicos objetivos son:

1. Sacar los trapitos sucios

2. Emborrachar a los participantes.

El juego es conocido como “yo nunca nunca”. Después jugamos varios otros en los que tengo que admitir que participé, pero nunca perdí, así que no tuve que tomar. Por el contrario, Chino Gamboa tuvo que retirarse del juego dado que “puro perder hacía” y quería aguantar para el antro.

La fiesta se puso buena y decidieron no ir al antro, así que Jp Mike y yo, nos fuimos a dormir al otro cuarto, ya que teníamos vuelo a la mañana siguiente. El estruendo era tan desagradable, que la única forma de dormirme fue enchufándome mi Ipod, con la lista “relax” mucho mejor que oír el cagadero de ahí afuera.

Los rufianes hijos de la gran puta, desconsiderados, no dejaban de tocar la puerta, con suma insistencia cada vez que pasaban por nuestro cuarto, hasta que hubo un momento que se me emputé y salí a cagotear gente. Exageré, pero es que no pinchen mamen.

Aclarado el asunto, nos dejaron dormir un rato más, hasta que salimos, desayunamos las sobras de la pasta plasticosa, y nos percatamos de que las tapatías estaban durmiendo en un sofá. Se despertaron asustadas, ya que ellas tenían vuelo a Múnich, pero antes tenían que ir a buscar sus cosas a su hostal. Solo nos pudimos despedir de Góngora, que fue el único que despertó y encontró tiempo para contarnos un poco de lo que había pasado la noche anterior.

Salimos juntos, del hostal, hasta que nos separamos de ellas en una estación de metro. Mike Jp y yo partimos a realizar un sueño, y yo personalmente, a cumplir una promesa.

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