lunes, 19 de septiembre de 2011

Séptimo Día!


La alarma decidió no sonar, así que nos despertamos justamente para no alcanzar la el desayuno del hostal; tuve que comprar en un minisúper mi desayuno, que consistió en un pedazo de queso que tenía una cubierta natosa que después de engullirla diligentemente, me enteré que no se comía. Pero gracias al fuerte estomago mexicano, la cagalera solo fue de dos días. Y en mi defensa, debo de decir que la madre esa que cubría el lácteo, no sabía del todo mal.

Como no teníamos hostal para el día siguiente, paseamos los alrededores buscando algún hotel, pero el único con cupo disponible, era un hotelucho de mala muerte, digno de una película de terror, en el cual el escusado asemejaba en lavabo (métanle imaginación, porque yo aún no lo termino de comprender). Decidimos que después de dormir en lujosos hostales y aeropuertos de 5 estrellas, no permitirnos bajar nuestra calidad y acordamos dormir en un parque antes de dormir en ese hotel.

A eso de las doce, dejamos nuestras mochilas en el hostal que por cierto se portaron de lujo y nos las guardaron, y nos encaminamos hacia la meca del arte… el Louvre. A pesar de que a Juan pablo lo había jalado la gorda la noche anterior, nos colamos en el metro sin pensarlo. Cuando llegamos al Louvre, nos sorprendimos por el tamaño de la fila, pero cuando vimos que avanzaba rápido dejamos de maquilar planes para colarnos y nos portamos como buenos ciudadanos e hicimos la cola completa; eso no quita que mientras esperábamos, le vimos el calzón a una güera desinhibida durante diez minutos, y que Farah sustrajera descaradamente las monedas de más alta denominación de las fuentes que rodean el patio del Louvre.

La larguísima fila no duró ni cuarenta minutos, y ya adentro, dejamos atrás el decoro, y nos las arreglamos para que de las 7 personas, solo paguen 2.

Como seguramente has escuchado, el recorrer todo el Louvre en un día, es humanamente imposible, y debido a nuestra excelente ignorancia en cuestiones de arte, decidimos tomar un recorrido de obras maestras, las cuales incluían íconos como “la victoria” “la Venus de milo”, “la virgen de las rocas” y por supuesto, el cuadro más famoso del mundo, “la mona lisa”. No puedo dejar de mencionar que cuando logramos llegar todos a primera fila, los rufianes fuimos los responsables de ensancharle la sonrisa a la misma Mona Lisa, después de que levantamos a Góngora de los huevos, justo enfrente de ella, a pesar de la muchedumbre que nos rodeaba.

Salimos de Louvre y nos dirigimos a la Catedral de Notre Dame, en la cual nos sorprendimos al ver una capillita dedicada la Virgen de Guadalupe. La recorrimos con cansancio y salimos de ahí hambrientos como lobos. Saliendo de la catedral, nos encontramos a un moreno que nos vendió unos dogos sobrenaturales, rebosantes de que queso y con doble salchicha. El combo del dogote y una coca de lata, por tan solo 5 euros. A pesar de que almorzamos tirados en la calle hasta que un amable oficial nos pidió que nos levantáramos, La comida nos supo a gloria. Regresamos colándonos en el metro, y se subió a nuestro vagón un grupo de americanos, en el que destacaba una hermosa gringuita, que no paro de coquetear, hasta que nos bajamos.

En el hostal nos recibieron con la buena noticia de que les habían cancelado, y tenían un cuarto para nosotros, el pedo es que solo era para 4 personas. Hicimos una rifa para ver quiénes eran los afortunados que dormirían en el suelo, y por supuesto fue uno de los ganadores, Mike y Tigre también sacaron el codiciado papelito que, por supuesto, decía “Sup”. Mientras algunos se bañaban Johan y yo le propinamos una vergonzosa goleada en futbolitos a Mike y a Farah, y a falta de la michoacana, tuvimos que jugar en una nueva modalidad denominada “cinco-cero Kebaps”
El Cuarto parece vómito de borracho y por primera vez estoy escribiendo en tiempo real mientras espero a que Mike le dé una última revisada a su mochila en busca de su tarjeta perdida para cancelarla en caso de que no aparezca.

Tigre y Farah se fueron al concierto de Iron Maiden Y Góngora y Johan a comprar vino para armar la pre aquí en el hostal.

No apareció la tarjeta y Mike la tuvo que cancelar, Juan pablo está enfermo durmiendo arriba (por cierto nuestro cuarto esta en el puto sexto piso) y yo me estoy quedando sin efectivo.

Afuera del hostal se armó el cagadero con toda la banda del hostal, jugamos yo nunca nunca y . Después nos fuimos a un bar que se llama clare de lune, y estuvimos tomando y platicando con dos australianas, una de las cuales estaba de muy buen ver. Gongora nos divirtio a todos con las "mil y un técnicas de un borracho"; las más remarcables fueron “el volantín” la lectura de palma, y el infalible “hilito”, aunque también se dislocó el hombro e hizo el pececito con sus dedos; algunos cayeron muertos, otros terminamos jugando “futbolín” en la madrugada.

En la noche cayó una tremenda tormenta que no dejó dormir a algunos infelices, pero los que estábamos en el suelo, ni nos enteramos.

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